miércoles, 28 de enero de 2015

EL CAMPO DEBE DEFENDERSE

El campo debe defenderse por Juan José Guaresti (nieto) ( versión escrita de la exposición brindada en la reunión del Rotary Club de Buenos Aires que se celebró en el Plaza Hotel, el día 21 de Enero de 2015 a las 13 horas).

Queridos amigos:

Leon Trotzky sostenía que una pequeña fuerza insurreccional podía, si se adueñaba de los resortes del poder de una sociedad, dominarla por entero y terminar con la propiedad privada de los medios de producción. Esa fuerza debía estar muy bien organizada, carecer de escrúpulos y actuar despiadada y letalmente. Trotzky puso en ejecución sus ideas en la ciudad de San Petersburgo en 1917, tomó las usinas, los bancos, los medios de comunicación y de transporte, se adueñó de los cuarteles, ocupó las fuentes de agua, etc, etc…y se apoderó de Rusia. Los partidos políticos y la prensa libre dejaron de existir. Sus hechos hicieron escuela y sus mas aventajados  discípulos fueron Mussolini, Hitler y otros dictadores que aplicaron con matices propios las enseñanzas de Trotzky. Finalmente, esas doctrinas mezcla de fascismo, demagogia y marxismo,  llegaron a la Argentina. En nuestra Patria el 4 de Junio de 1943 se produjo un golpe de Estado perfectamente organizado de clara raíz fascista. El nuevo gobierno clausuró los partidos políticos lo mismo que el Congreso Nacional y coartó la libertad de prensa. Muchos líderes de distinta extracción política fueron encarcelados o tuvieron que exilarse como Antonio Santamarina, conservador,Santiago Nudelman radical o Alfredo Palacios, socialista.
Este nuevo gobierno era una versión criolla de la dictadura de Mussolini  que pretendía terminar con las libertades que habían permitido llevar a cabo el “milagro argentino” Esas libertades habían posibilitado crear en un par de generaciones, una nación respetada en el mundo, en un territorio donde anteriormente poco había que fuera civilizado. El golpe de Estado de 1943 tenía un rasgo singular que se mantuvo mientras gozó del poder, que heredaron sus continuadores  y que constituyó un elemento distintivo: Ese gobierno despótico odiaba a quienes vivían del campo, quienes pasaron a ser denominados “oligarquía vacuna” y dejaron de ser  llamados hacendados y productores agropecuarios para ser el objeto de toda clase de ataques y denuestos. Se instaló un aparato de difusión que hizo del campo uno de los blancos favoritos de una prédica insidiosa que lo hacía aparecer como el origen de los males argentinos.
 El gobierno instalado por la fuerza el 4 de Junio de 1943 heredó las cuantiosas riquezas acumuladas en oro y créditos durante la II guerra mundial por gobernantes probos y dignos, y, entre otras obras públicas vinculadas al agro, recibió una extensa y eficiente red ferroviaria de unos 45.000 kilómetros de extensión-que en una buena parte o sean unos 12.000 kilómetros- era de propiedad del Estado Argentino, y carreteras que se empezaron a construir en 1932 a un ritmo impresionante. Todo ello abarataba enviar a los puertos y lugares de consumo la producción agropecuaria. A partir del 4 de Junio de 1943  y sobre todo con el advenimiento del gobierno elegido en Febrero de 1946 que era la continuación  de la Revolución fascista de 1943, el ataque contra el campo se hizo mucho mas evidente: Se disminuyeron los precios que remuneraban la producción al par que se atacó a la propiedad de la tierra mediante leyes de alquileres que literalmente despojaban a los propietarios. La doctrina fascista-trotzquista que enarbolaban sus líderes no tolera la propiedad privada de los medios de producción porque ella es el fundamento de la libertad del hombre. Cuatro años mas tarde las riquezas mencionadas habían sido dilapidadas por la mala administración de funcionarios incompetentes por decir lo menos, los ferrocarriles habían entrado en franca decadencia, las carreteras no se construían al  ritmo de antaño y en lo que concierne a la producción agropecuaria había descendido al extremo que faltaba trigo y a la harina se la tenía que “estirar” mezclándola con mijo. El autobastecimiento de los combustibles, meta que se la consideraba cercana a fines de la década de los años 30, no fue posible ni en los años 40 ni 50 y originó una factura elevadísima que se pagó en términos de subdesarrollo y pobreza. 

Como era la Argentina antes del fascismo y despues:  

En los años previos a la revolución fascista de 1943, entre los partidos  principales que eran el radical, el conservador, el socialista y la democracia progresista había disidencias importantes pero había también coincidencias fundamentales: En lo político todos apoyaban la Constitución de 1853, la división de los poderes, la existencia de partidos políticos, la libertad de prensa, la justicia independiente, la probidad de los funcionarios políticos, y que los partidos y los hombres no se perpetuaran en el poder.  En aquella época nadie dudaba que el campo era una base fundamental de la vida argentina que había que cuidar y estimular. La opinión pública argentina sabía que su riqueza agrícola ganadera era esencial para conseguir las divisas que requería su desenvolvimiento y las exigencias de la industria nacional que se estaba desarrollando muy enérgicamente al extremo que en 1933 el producto bruto industrial había alcanzado al producto bruto agropecuario.  El golpe bestial  a la propiedad  privada de los medios de producción y la demolición de la riqueza agropecuaria está en el corazón de la prédica fascista que se  introdujo en nuestro medio desde 1943 además de la inflación que era su inevitable consecuencia. La inflación es un impuesto disimulado que gravitó especialmente sobre el campo porque en nombre de doctrinas económicas indefendibles, por un lado se emitía moneda para pagar gastos del Estado que no tenían justificación posible y por la otra fijaron el tipo de cambio para el agro de manera que por sus productos le daban el equivalente en pesos de pocos dólares.
El precio barato que se había fijado a la producción agropecuaria ayudaba a contener la inflación….sobre la base que las consecuencias de  esta última las pagaba el agro argentino. Por su trigo, su carne, su vino, su maíz, sus manzanas, su trigo, su lino  u otros frutos de la tierra, al agro les daban- y les dan- pocos pesos, mientras los distintos gobiernos  desde hacen muchos años venden esos productos en dólares en los mercados mundiales a los valores reales, quedándose con la diferencia para dilapidarla a su antojo. Por último debemos señalar que en el ámbito institucional, en el período inaugurado en Junio de 1946  se destituyó a la Corte Suprema primero y a muchos otros jueces de Tribunales  de menor rango después, y, entre otros actos de neto corte fascista, se permitió la reelección del Primer mandatario. La independencia  del Poder Judicial se transformó en un recuerdo de la perdida República cuyas instituciones esenciales fueron destruidas.

EL CAMPO NO RESPONDIO-O tal vez no pudo hacerlo-AL ATAQUE DEL QUE ERA VÍCTIMA: PARECERÍA QUE  EN REALIDAD TODAVÍA NO SE HA DADO CUENTA CLARA Y PLENAMENTE  QUE EL “SISTEMA” DE PRECIOS DE  SU PRODUCCION SE SUSTENTA EN EL “DEDO” DEL FUNCIONARIO PÚBLICO Y NO EN LA OFERTA Y LA DEMANDA MUNDIALES.

Ante aquella ofensiva contra el campo que tenía origen en la negación de las instituciones de la Constitución de 1853 por la  corriente fascista-trotzquista introducida en 1943, los productores debieron organizarse contra ella, pero no lo hicieron, o no pudieron hacerlo, en la dimensión debida. No enfrentaron la realidad como lo hicieron sus colegas productores de otras naciones, para combatir aquellas ideas y esas prédicas que erosionaron los principios que permitieron transformar al desierto que era la Argentina, en una nación que se sentaba de igual a igual con las mas importantes de la tierra. 
Los hombres de campo trabajan como poseídos  “tranqueras adentro” pero aún no se han percatado, hablando en términos generales,  que  lo que los gobiernos les pagan arbitrariamente a los productores como fruto de su esfuerzo, es mucho menos que los precios reales  que surgen de la oferta y la demanda en los mercados mundiales. El hombre de campo todavía no se ha dado cuenta cabal que cuanto mas ingenio y capacidad técnica exhiba, cuanto mas produzca,  lo que obtenga le servirá para mantenerse y nada mas, porque la idea fascista trotzquista en boga es que no tenga utilidades y que estas queden en manos del gobierno.  Las denominadas “retenciones”  es el nombre con el cuál se disimula una verdadera exacción ilegal que tiene como beneficiarios a empleados públicos de escasas aptitudes que ingresaron a sus cargos simplemente por “acomodo”, o, también, favorecer a quiénes utilizan productos agropecuarios  como insumos, o
realizar gastos públicos mas o menos disparatados. El hombre de campo debe defenderse trabajando también “tranqueras afuera”, en la difícil arena de la opinión pública.

SI LOS PROPIETARIOS RURALES Y TODOS AQUELLOS QUE VIVEN DEL CAMPO QUIEREN SEGUIR SIENDO DUEÑOS DE SU PROPIEDAD,  DEBEN ORGANIZARSE PARA DEFENDERLA CON TANTA EFICIENCIA COMO TUVIERON SUS ADVERSARIOS PARA DEMOLER LAS INSTITUCIONES REPUBLICANAS ARGENTINAS.
  
Quienes obtienen sus medios de vida del campo, sean propietarios rurales o les suministren servicios o maquinarias o lo que fuera, deben asumir la realidad y unirse férreamente para defenderse sobre la base que sin esa unión, individualmente no valen nada. Deben sacar una parte de lo poco que les deja su  establecimiento  para contratar  periodistas, audiciones de radio y televisión, estudios jurídicos y contables, hacer reuniones públicas permanentemente, buscar líderes de valor sanmartiniano, y mostrar  a los productores y a quienes no lo sean, que el campo es un pilar fundamental del desarrollo argentino. No debe quedar duda ninguna en cada pueblo y en cada distrito, que quienes quieran acceder a una   representación política de la índole que fuera,  deberán atender a los productores agropecuarios, como a quiénes están vinculados al agro de cualquier manera que sea, escuchar sus reclamos y  constituirse en sus defensores.

Los productores se han transformado en la Argentina en verdaderos siervos que aparentemente son propietarios de un pedazo de tierra, pero a quiénes  gobiernos de corte trotzquista-fascista están despojando de su propiedad mediante simples resoluciones administrativas, trabas burocráticas o, entre otras hazañas, demoliendo los ferrocarriles que fueron un medio de transporte, barato y seguro para el agro y que virtualmente no existen mas. Tenemos que reaccionar contra estas doctrinas y conductas que nos han llevado al descrédito internacional y a perder la confianza en nosotros mismos. El campo debe defenderse con idéntico valor que tuvieron varios miles de argentinos que atravesaron los Andes primero para asegurar su independencia, y enfrentaron y dominaron después la soledad y el desierto y que ofrecieron siempre la libertad a todos como guía y enseña de paz y de progreso.